As-salam alaikum (la paz esté contigo). Una de las preguntas más comunes que se hacen las mujeres no musulmanas es, ¿por qué deben las mujeres musulmanas cubrir su cuerpo y cabello? Si vivimos en un mundo “civilizado” y modernizado, donde cualquier mujer puede andar por las calles como se le antoje, ¿por qué entonces es necesario vestir modestamente?
Vivimos en un mundo donde la imagen física de la mujer vale más que su inteligencia y forma de ser. Para una mujer latina, su cuerpo, su forma de vestir y su atracción naturalmente hermosa es de más importancia que cualquier otra cosa.
Desde niñas somos enseñadas a ser coquetas, a vestirnos decentemente, es decir, no salir de la casa sin antes peinarnos y andar ropa coqueta y femenina, y luego en nuestra juventud somos reforzadas a atraer al sexo opuesto con ropa provocativa. Sin embargo, es importante dejar claro que esto es parte de nuestra cultura. Para muchos países la cultura latina no es de gran prestigio debido a la forma en que somos representados por las novelas, películas y en las noticias, sin embargo, la belleza exterior es una parte normal y común en las familias latinas y ha llegado hasta no verse incorrecto que una mujer se vista (o en realidad se desvista) de esta forma.
La cultura occidental es considerada muy “liberal.” Pero yo les hago la siguiente pregunta: ¿Somos libres realmente como mujeres en esta cultura?
En la cultura “civilizada” de hoy en día, cada mujer es “objetizada,” es decir, se utiliza su cuerpo para vender desde carros hasta mangueras jardineras (no se burlen, ya que lo he visto anunciado en televisión). Es común ver en las revistas y anuncios por las calles partes del cuerpo de una mujer para vender productos; unos labios para vender licores, los ojos para vender maquillaje, la parte trasera para vender jeans o pantalones ajustados, etc.
Una mujer cristiana puede ir a misa son vestidos cortos, pantalones ajustados, blusas que se deje al expuesto sus pechos y curvas, y tacones altos y llamativos, sin ser rechazada por la sociedad ni vista como vulgar o provocativa. Aunque así no sea el caso en otros países o regiones más conservadores, esto es muy común en Costa Rica y si vas con ropa modesta es considerada una monja o desarreglada.
Para la mujer musulmana, nuestro cuerpo no es algo que queremos lucirle al resto del mundo. No necesitamos llamar la atención del sexo opuesto o de las demás mujeres de esta forma para sentirnos aceptadas o bonitas. Sabemos que la belleza no está en nuestro cuerpo, cara o cabello. Sabemos que tarde o temprano, todo esto desvanecerá con el tiempo; se nos cae el pelo, se nos hace arrugas y aumentos o bajamos de peso.
Cuando atraes a un hombre con su físico, él no te respetará si eres inteligente o no, si eres amable o no, o si lo respetará a él en el futuro. Simplemente le interesa su cuerpo, sus curvas y si dejas tu belleza femenina al expuesto, le estarás dando la iniciativa de que para usted es permisible que te vean como un objeto sexual meramente.
Yo, como mujer musulmana y representante del Islam en mi país, al igual que las demás mujeres musulmanas en mi país con dignidad, respeto a sí mismas, y orgullo, te diremos qué es la verdadera belleza de una mujer.
No necesito cambiar el tono de mi piel para que otros me admiren. No necesito modificar el contorno de mis ojos, ni el color de mi cabello, ni la altura que tengo para sentirme bonita, cuando sabemos que todas estas modificaciones son falsas y temporales. Somos felices de ser como Alá (exaltado sea su Majestad) nos trajo al mundo; somos una creación perfecta en Sus Ojos, una admiración sin defectos para Él (exaltado y glorificado sea Él).
No necesito lucir mi silueta al público para sentirme atractiva, ni andar con vestimentas caras y llamativas cuando sabemos como mujeres musulmanas, que millones de niños y mujeres como nosotras se mueren de hambre porque no tienen ni siquiera boronas de pan en sus mesas.
La atracción y belleza verdadera la llevamos dentro de nuestro ser; somos dignas de ser admiradas y dignas de ser tomadas como ejemplo para las demás mujeres. Somos las que cualquier niño desearía como madre, y las que cualquier hombre con piedad y temor a Alá desearía como esposa, con respeto hacía nosotros mismas y orgullo de cubrir la belleza que Alá (exaltado sea su Majestad) nos ha dado.
Les daré un ejemplo muy sencillo y simple. La perla es conservada en su concha, sin ser expuesta a los demás. A pesar de que nadie puede verla, no quiere decir que su belleza y valor no se disminuya. Es más, por estar conservadas y no expuestas a los demás, su valor sube y es de mayor admiración.
¿Andarías por tu casa luciendo su dinero, oro y cosas de valor a los demás? Por supuesto que no. Sabemos que las cosas de valor son guardadas en un depósito donde no todos lo vean. Esto es porque son cosas de mucho valor para nosotros, y lo cuidamos como merece.
Una mujer musulmana es mucho más valiosa, y digna de ser cuidada como tal. Somos más valiosas que el dinero o el oro o los diamantes, o una perla. Nos damos el respeto y puesto que merecemos, uno de prestigio y de honor.
Inclusive ni necesitamos luchar por nuestros derechos femeninos, ya que se nos fueron otorgados hace más de 1400 años, con la revelación del Sagrado Corán.
Las verdaderas víctimas de opresión y explotación femenina son las no musulmanas, que son constantemente molestadas por su apariencia sexual. ¿Por qué creen que se vende tantos productos para adelgazar, hayan tantas operaciones de aumento de busto, liposucción, y otras operaciones meramente físicas en los países occidentes? ¿Por qué creen que los salones de belleza pasan llenos todos los días?
Hay tanta atención para nuestra apariencia física, pero tanta negligencia hacia lo que realmente importa, lo que llevamos por dentro. ¿Te has preguntado alguna vez si te llevarías todo esto contigo cuando mueras? Por supuesto que la respuesta es no.
En el Islam, la mujer tiene los mismos derechos que el hombre. No somos oprimidas como dicen falsamente en las noticias y en muchos países occidentales. La falta de conocimiento y el impedimento a educarse son factores de esta ignorancia en muchas personas.
¿Quién nos puede decir que somos oprimidas simplemente por querer cubrir nuestro cuerpo y protegernos, cuando tenemos un capítulo entero en el Sagrado Corán dedicado a las mujeres (Sura o capítulo 4, “Las mujeres”)? Además, se le tiene un Sura entero a la Virgen María, el número 19. Si fuéramos tan oprimidas como las noticias y prensa quieren que nos veamos, no tendríamos ni voz ni derechos.
Sin embargo, con la revelación del Noble Corán, fue la primera vez que se les daba derechos a las mujeres y siguen siendo derechos por los cuales mujeres de nuestra sociedad “modernizada” y “civilizada” han tratado de luchar para adquirirlos y no logran ganar sus derechos; siguen siendo vistas como una atracción sexual carente de inteligencia.
Por esto y muchos motivos más, debemos sentirnos orgullosas de ser mujeres musulmanas, que nos respetamos y somos respetadas por los demás. Yo elijo quién me mira con deseos sexuales – y este debería ser solamente nuestros esposos – y quien no me ve de esta forma. Camino libremente por las calles porque sé que no necesito quedarle bien a nadie, ni que me juzgan por mi físico. Me enfoco en lo que realmente es la belleza de una mujer, mi taqwaa (piedad o temor en Alá), mi forma de ser, mi espiritualidad, y en beneficiar a los demás con mis actitudes y carácter.
Di, ¡Alhamdulillah que soy una mujer libre de estas ataduras mundanas, que soy libre de cualquier deseo de este mundo, y que cada día le agradezco a Alá por ser como soy! Lo único que quiero modificar y cambiar es mi relación con Alá (glorificado y exaltado sea su Majestad), en acercarme a Él ya que es el Único digno de mi adoración, y en beneficiar a las demás mujeres el gran regalo que tenemos, de ser mujeres musulmanas libres de estas cosas materiales que no nos dan nada a cambio!
Insha’Allah (si Alá lo permite) esto te haya beneficiado, ya seas musulmana, o una mujer con creencia en Alá (exaltado sea su Majestad). A mí el Islam me libró y me ha hecho la mujer que siempre quise ser, una mujer digna de respeto, con humildad, paciencia, sabiduría y taqwaa (temor a Alá); y sé que estas y muchas más cualidades seguirán creciendo en mí, tal como lo deseo para mis hermanas en Costa Rica y demás países leyendo esto, ¡insha’Allah!
Y Alá sabe mejor.
Chaíto.
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